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24/02/12 CUANDO NO ESTÉS Cuando no estés, si es que no estás un día, Mi voz, sin voz, te llamará sin pausa. Cuando no esté, si es que no estoy un día, Oirás mi voz en un rumor que pasa. Cuando no estés, si es que no estás un día, Clamaré por tu gracia en toda gracia. Cuando no esté, si es que no estoy un día, Moverá mi perfil la luna fría en las cortinas que hay en tu ventana. Cuando no estés, si es que no estás un día, sólo oiré en las palabras tu palabra. Cuando no esté, si es que un no estoy un día, verás mi sombra entre la sombra fría junto a la cabecera de tu cama. Cuando no estés, si es que no estás un día, en cada verso mío habrá una lágrima. Cuando no esté, si es que no estoy un día, me sentirás bajo la tarde fría llegar a ti en el son de las campanas. Cuando no estés, si es que no estás un día, te buscaré en la tierra, el aire, el agua. Cuando no esté, si es que no estoy un día oirás mi paso entre la sombra fría siguiéndote los pasos por la casa. Cuando no estés, si es que no estás un día, te inventaré en el humo y en la llama. Cuando no esté, si es que no estoy un día, sorprenderá la madrugada fría mi mano en tu cabeza despeinada. Cuando no estés, si es que no estás un día, te invocará en el sueño mi esperanza. Cuando no esté, si es que no estoy un día, en tu sueño entraré en la noche fría cuando el sueño te cubra con sus aguas.
VIDA-GARFIO Amante: no me lleves, si muero, al camposanto. A flor de tierra abre mi fosa, junto al riente alboroto divino de alguna pajarera o junto a la encantada charla de alguna fuente. A flor de tierra, amante. Casi sobre la tierra donde el sol me calienta los huesos, y mis ojos alargados en tallos, suban a ver de nuevo la lámpara salvaje de los ocasos rojos. A flor de tierra, amante. Que el tránsito así sea más breve. Yo presiento la lucha de mi carne por volver hacia arriba, por sentir en sus átomos la frescura del viento. Yo sé que acaso nunca allá abajo mis manos podrán estarse quietas. Que siempre como topos arañarán la tierra en medio de las sombras estrujadas y prietas. Arrójame semillas. Yo quiero que se enraícen en la greda amarilla de mis huesos menguados. ¡Por la parda escalera de las raíces vivas yo subiré a mirarte en los lirios morados!
LA HORA Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora, que tengo la carne olorosa, y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora, que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora, que en mis labios repica la risa como la campana sacudida a prisa. Después... ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. Oh, amante, ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés?
TU RECUERDO Siento que se despega tu recuerdo de mi mente como una vieja estampa; tu figura no tiene ya cabeza y un brazo está deshecho, como en esas calcomanías desoladas que ponen los muchachos en la escuela y son después en el libro olvidado una mancha dispersa. Cuando estrecho tu cuerpo tengo la sensación de que estuviera hecho de estopa. Me hablas y tu voz me viene de tan lejos que apenas puedo oírte. Además ya no te creo. Yo mismo, ya curado de la pasión antigua, me pregunto cómo fue que pude amarte, tan inútil, tan vana, tan floja que antes del año de tenerte en mis brazos ya te estás deshaciendo como un jirón de humo, y ya te estás borrando como un dibujo antiguo, y ya te me despegas en la mente, como una vieja estampa.
LOS AMANTES Ved en sombras el cuarto, y el lecho desnudos, sonrosados, rozagantes, el nudo vivo de los dos amantes boca con boca y pecho contra pecho. Se hace más apretado el nudo estrecho, bailotean los dedos delirantes, suspéndese el aliento unos instantes... y he aquí el nudo sexual deshecho. Un desorden de sábanas y almohadas, de pálidas cabezas despeinadas, una suelta palabra indiferente, un poco de hambre, un poco de tristeza, un infantil deseo de pureza y un vago olor cualquiera en el ambiente.
VOY A HACERTE FELIZ, SUFRIRÁS TANTO... Voy a hacerte feliz. Sufrirás tanto que le pondrás mi nombre a la tristeza. Mal contrastada, en tu balanza empieza la caricia a valer menos que el llanto. Cuánto me vas a enriquecer y cuánto te vas a avergonzar de tu pobreza, cuando aprendas —a solas- qué belleza tiene la cara amarga del encanto. Para ser tan feliz como yo he sido, besa la espina, tiembla ante la rosa, bendice con el labio malherido, juégate entero contra cualquier cosa. Yo entero me jugué. Ya me he perdido. Mira si mi venganza es generosa.